7 de abril

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El Centro Cuidar Tío Rolo suma espacios y servicios con una propuesta de los propios vecinos

La necesidad de contar en la zona con un lugar específico que atienda la problemática de los consumos fue planteada como proyecto en el Presupuesto Participativo y hoy ya es una realidad.

Como mucho de lo que sucede en los barrios, en Tío Rolo el boca en boca funciona y es el canal que acerca a sus habitantes al Centro Cuidar. Fernanda llegó a través de una amiga cuando salir de su casa era importante y ya lleva dos años en los espacios de adultos mayores. Cristina, en cambio, acudió tras una trágica pérdida familiar y la urgencia de encontrar un lugar que alojase a su hija de tres años. La niña, hoy de 11, sigue participando de las actividades y se sumó su hermano. Las historias se multiplican en Avellaneda al 6900 (distrito Sudoeste), donde los problemas y necesidades del barrio resuenan y donde las mismas vecinas y vecinos motorizaron a través del Presupuesto Participativo 2023 la puesta en marcha del Dispositivo Específico de Abordaje de Consumos Problemáticos que esta semana abrió sus puertas.

Quienes pasan por el espacio van de 0 a 99 años y en cada propuesta es posible encontrar el modo para que otro miembro de la familia, amiga/o o vecina/o tenga allí un lugar en el que hacer y estar con otros, ser escuchado y llevar las necesidades, que en el barrio abundan.

Gabriela Moreno está al frente de la Sala de 3 por tercer año consecutivo y afirma que, como en muchos maternales, “la demanda supera la capacidad”. La sala funciona en el turno mañana de lunes a viernes, y según cuenta “son familias que viven situaciones complejas, viven al día y además de traer sus niños, acercan sus problemáticas y pedidos”.

A través de ese espacio llegó Cristina al Centro Cuidar de Tío Rolo, tras la pérdida de su hijo mayor en un accidente. Dice que necesitaba encontrar un lugar que pudiera dar contención y cuidado a su hija Daia, de sólo tres años, la misma niña que ahora con 11 años es parte del programa 'Andamios', que acompaña la escolaridad de niñas y niños, y al que se sumó su hermano menor, de 6 años.

“Ahí no sólo iba Daia, sino que era el lugar adonde podíamos ir a llorar y descargarnos por lo que nos había pasado; siempre alguien nos escuchaba y eso fue muy importante en un momento en que me costaba salir de mi casa”, afirma Cristina, que hace trabajos de costura y ahora piensa en encontrarse con otras mujeres. Y se anima a proponer: “Capaz estaría bien que hubiera propuestas de panificación para juntarnos a hacer, salir a vender y, mientras tanto, hablar de nuestras cosas, nuestra vida”.

Del intercambio entre mujeres, Fernanda Guevara, de 58 años, atesora los relatos de los espacios para adultos mayores a los que arribó de la mano de una amiga y de los que no se fue más. “Todos los años tenemos una compañera nueva”, señala, y agrega: “De a poco sabemos de nuestras vidas, conversamos, salimos de casa y escuchamos las necesidades de cada una”.

Jubiladas, muchas de sus compañeras llevan sus preocupaciones por “los medicamentos que faltan y la jubilación que no alcanza”, mientras intentan, como dice, “pasar el rato y distenderse”.

Todas ellas, vecinas del barrio, son además testigos de las problemáticas que afectan cada vez más a la zona. “Acá pasa de todo”, dice Fernanda e inicia el relato sobre “las situaciones de violencia de género de las que muchos no se atreven a hablar” y que, reconoce, vivió en primera persona.

“Lo que pasa con los chicos y las drogas es terrible, porque son cada vez más y más chicos”, opina la mujer que vive cerca del playón, en lo que llama “el centro del barrio”, pero que no deja de enterarse de la situación de “muchas familias que lidian con esa problemática sin saber muchas veces qué hacer y dónde concurrir”.

Consumos problemáticos como prioridad

Ese escenario que describen llevó a las y los habitantes del barrio a plantear hace dos años, a través del Presupuesto Participativo, la necesidad de tener en el barrio un lugar específico que atienda la problemática de los consumos. El proyecto ganó y ahora se concreta a través de la remodelación de la estructura existente. De ese modo, donde ya funciona el Centro Cuidar de la Secretaría de Desarrollo Humano y Hábitat, con propuestas para jóvenes y proyectos de capacitaciones del Nueva Oportunidad, ahora la Agencia de Prevención y Abordajes de Consumos Problemáticos tiene su punto de referencia en el Distrito Sudoeste.

Marina Bilbao, coordinadora del eje Abordajes de la agencia, explica que, como sucedió en los cinco puntos que ya están funcionando en el resto de la red, el ubicado en Tío Rolo “llega para sumarse a la red de instituciones que están en el barrio, como es el centro de salud y el centro Cuidar, además de las organizaciones, porque el gran desafío es lograr el trabajo integrado y en red”.

Para la coordinadora, que en las últimas dos décadas pasó por espacios barriales en Molino Blanco e Itatí, cada caso “son presentaciones complejas donde lo que debe atenderse no son sólo los consumos problemáticos, sino situaciones de calle, violencia de género y otras situaciones que obligan a pensar con otros y juntos”.

"La campaña pública realizada por la agencia puso el tema sobre la mesa después de muchos años y habilitó que volvamos hablar”, considera Bilbao, al referirse a la iniciativa puesta en marcha por el municipio a fines de 2024 y que, como vienen señalando otros actores sociales, apunta a la baja edad en el consumo y al poli consumo como los principales desafíos a abordar.

En ese punto, desde el espacio de Sala de 3 que coordina, Gabriela apunta a las dificultades que las familias atraviesan y que ella recibe a través de niñas y niños. “Nos pasa que ante la falta de los chicos al espacio, aparece que ese ausentismo está vinculado a estas problemáticas en los adultos de la familia, así como otras situaciones”, indica la docente.

Si bien el dispositivo funciona en Tío Rolo, Bilbao apunta que el desafío será no sólo la incursión en el barrio, sino sobre todo lograr alcance distrital, como sucede en el resto de los dispositivos de la agencia.

“La idea es pensar el distrito con el resto de los actores, no sólo del barrio sino de todo el territorio: centros de salud, centros Cuidar, y entrar en relación con las organizaciones”, explica la coordinadora, que detalla que cada equipo “está conformado por equipos de base de entre cuatro y cinco integrantes de la propia agencia, a los que se suman para las propuestas quienes son parte de otras secretarías, como Deportes, Salud y Cultura”.

El desembarco del equipo también es tema de conversación por estos días en el boca a boca. Marina, desde la salita, escucha a madres, padres, abuelas y tíos. “La gente está contenta con la obra porque es una motivación para el barrio”, dice, pero no sólo eso. “Las familias lo ven como lugar de contención ante situaciones complejas, donde pueden sentirse escuchados y buscar ayuda cuando no saben adónde ir”, concluye.