La Fuente de los Españoles recupera todo su esplendor de la mano de la tradición restauradora de una familia rosarina
La recuperación de la fuente no sólo revive un ícono histórico de la ciudad, si no que pone de relieve el arte y el trabajo de un taller de artesanos locales que reúne a tres generaciones.
«Historia». «Familia». «Gracias». Con esas tres palabras Gustavo Bertón resumió el proceso de restauración de la emblemática Fuente de los Españoles, emplazada en el corazón del Rosedal del parque de la Independencia. Tras varios meses de intenso trabajo, este símbolo y patrimonio de la ciudad volverá a lucir en todo su esplendor desde este domingo, algo que fue posible por el minucioso y cuidado trabajo de un taller familiar de artesanos y restauradores locales. La obra ya recoge la gratitud de rosarinas y rosarinos que sienten orgullo al verla nuevamente como en sus mejores épocas.
Gustavo es uno de los integrantes del Taller Fantoni, una firma familiar rosarina especialista en trabajos de restauración, a la que en diciembre pasado el municipio contrató para que se hiciera cargo de la recuperación de “la fuente de cerámica más grandiosa del mundo”, como la describió un periodista español hace más de 90 años. El histórico taller lo integran además los hermanos Juan Augusto y Bernardetta Fantoni, tío y madre de Gustavo, respectivamente, y Paola Patiño, su esposa.
Fue José Fantoni, padre de Juan y Bernardetta, el que puso en marcha hace varias décadas el taller ubicado en la zona norte de la ciudad, que transita su tercera generación. Nacido en Italia y con formación en la Universidad de Bolonia, José encontró en Rosario el lugar para darle continuidad a una tradición familiar de varios siglos y transmitió a sus hijos esa pasión, al igual que la valentía para afrontar cualquier desafío. Así, los Fantoni aprendieron a trabajar la restauración de todo tipo de materiales y su arte está presente en muchos rincones de la ciudad y en diversos puntos del país. Y ahora también en el Rosedal del parque de la Independencia en la que, probablemente, sea la obra más importante para ellos.
“La restauración de la fuente, como tercera generación de mi familia y del Taller Fantoni, para mí fue todo un desafío, para la familia en sí también fue todo un desafío”, reconoce Gustavo, y agrega: “Creo que lo importante acá es que no se sienten las generaciones, si no que se trabaja mancomunadamente; las responsabilidades con eso se hacen más livianas y, a la vez, las decisiones se toman desde muchos puntos de vista, entonces es más fácil poder llegar a buenos resultados, poder abarcar una obra de la escala de esta, porque tiene una escala monumental”.
La restauración de esta joya de cerámica de Talavera de la Reina (Toledo, España) implicó muchos y grandes desafíos. “Acá todos los desafíos son grandes”, asegura Gustavo, y se explaya: “El hecho de la decoración y de encontrar toda la parte estética, que sea correlativa, que los pintores puedan tener el pulso, porque hay una cuestión de pulso, no es lo mismo el pulso que tenía el autor original que los pulsos que hoy se manejan; que los pintores puedan llegar, que mi tío y mi madre puedan llegar a desarrollar la misma estética, poder lograr los mismos motivos, poder alcanzar la misma calidad; es todo un logro de plasticidad y de expertise que se logra con los años”.
“No había nada que se pueda improvisar de la noche a la mañana. Muchas cosas se tuvieron que planear, se tuvieron que corregir, se tuvieron que probar y se tuvieron que llevar a cabo en base a tiempo y a veces a fallas y a desarrollos que después se trabajaban sobre esas fallas”, añade el encargado de la parte más "técnica" de la majestuosa obra.
La parte más artística de la obra estuvo a cargo de Juan y Bernardetta e implicó una tarea muy cuidadosa y pormenorizada. Junto a la fuente ya restaurada, la artista explica detalladamente cada una de las acciones realizadas y pareciera reconocer a la perfección cada una de las miles de piezas que componen la fuente. “Acá hay una diversidad de temas que uno tiene que ir expresando y nos hemos paseado por todas las normas de la cerámica”, señala.
“Estamos muy felices de haber recuperado todo esto. Me da un orgullo terrible, porque el trabajo de la cerámica es extraordinario”, dice Bernardetta, la mayor de las integrantes del taller, sin dejar de sorprenderse por lo imponente de la fuente, con sus colores amarillos, verdes y azules. Y afirma: “La gente de Rosario va a estar muy orgullosa. Mientras trabajamos acá, todo el tiempo la gente se acercaba a ver lo que estábamos haciendo y nos agradecía”.
El arte de estos restauradores rosarinos está en muchos rincones de la ciudad, especialmente en iglesias y en la propia Catedral Nuestra Señora del Rosario. Pero también en edificios históricos, como el Palacio Fuentes, o hasta en el Aeropuerto Internacional de Rosario. Y también en otras localidades, como en la Legislatura de Santa Fe, donde trabajaron en sus techos vidriados.
Pero esta restauración tiene algo especial. “Es una de las obras más importantes, la que quizás nos llevó más tiempo de trabajo. Fue muy complicado porque había que hacer muchas cosas, muchos colores”, comenta Juan y remarca que se trató de un gran reto para la familia. De hecho, nunca habían trabajado sobre una fuente.
Si bien desea verla en pleno funcionamiento y con circulación de agua, el artesano se muestra satisfecho con el trabajo realizado. “A mí me gusta, pienso que salió bien”, dice entre risas y se muestra sorprendido por la buena recepción de los transeúntes que ya pudieron observarla. “A la gente que viene le gusta a todos. Pensamos que iba a haber un montón de críticas, porque estamos acostumbrados. Pero a la gente le gustó”, sostiene.
“Historia, mucha historia; familia, mucha familia también. Y después hay una palabra que dijeron mucho que es gracias, todos los que pasaban y vieron después esta obra terminada. Eso me parece importante”, responde Gustavo ante el intento de sintetizar, como si eso fuera posible, en sólo tres palabras un arduo trabajo de muchos meses que devuelve todo el brillo a un ícono de la ciudad.
Técnicamente, los trabajos comprendieron la restauración integral y realización de réplicas de mayólicas planas y de volumen, como figuras de bulto de la fuente original y de los bancos perimetrales, contemplando la totalidad de sus piezas y partes constitutivas.
Además, se ejecutaron las instalaciones de agua, electricidad y desagües nuevos, y la provisión de iluminación, elementos decorativos y de un sistema hidráulico decorativo completo, así como la colocación de instalaciones y elementos de protección perimetral.
Un pedacito de España en Rosario
Compuesta por unas 8.000 mil piezas, con un diámetro de 18 metros y una altura máxima de 6, la Fuente de los Españoles tiene su origen hace casi cien años. En el marco del Bicentenario de la ciudad, celebrado en 1925, la comunidad española de Rosario decidió hacerle un gran regalo a la ciudad. El encargo de la fuente se cerró unos años después al artista Juan Ruiz de Luna, experto en cerámica de Talavera.
Fue inaugurada el 7 de julio de 1929, junto a la pérgola de acceso al Rosedal y dentro de una amplia rotonda bajo nivel a la cual se desciende por grupos de cuatro escalones, con sus características figuras de leones y peces. En los seis bancos que rodean a la fuente se pueden observar escenas de danzas, pueblos y costumbres populares españolas.
El acto inaugural contó con la presencia de las más altas autoridades de la provincia, del embajador de España, del intendente de aquel entonces, Tobias Arribillaga, y de los miembros de la comunidad hispánica que habían efectuado la donación. Entre aquellos empresarios rosarinos sobresalía la figura de Ángel García, uno de los propietarios de la tradicional tienda La Favorita, que ese mismo año inauguró su característica sede en la intersección de Córdoba y Sarmiento.
Fue precisamente el asturiano el encargado de brindar unas palabras en nombre de la comunidad española en ocasión de la inauguración, que la doctora en arquitectura (UNR) Ana María Rigotti recoge del diario La Capital en un trabajo académico sobre la fuente: “Entregamos a la ciudad esta fuente monumental laborada con tierra de España, por mano de artistas españoles. Queremos los españoles residentes en esta gran urbe asociarnos al júbilo general del pueblo viril que, en solo 200 años de existencia, de una modesta capillita sobre la barranca se ha convertido en la ciudad populosa con medio millón de habitantes, con industrias y fábricas y talleres y comercios y vida propia, con uno de los más importantes puertos del mundo y con una ruta abierta hacia el porvenir llena de promisorias esperanzas”.