24 de agosto

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«Perdió Cama», la banda musical que nació en el Refugio Grandoli

La integran personas en situación de calle que asisten al dispositivo municipal, donde encontraron contención y la oportunidad de proyectar un futuro distinto de la mano del arte.

El Refugio Grandoli forma parte de los dispositivos municipales del Operativo Invierno, donde personas en situación de calle encuentran acompañamiento y contención durante las épocas de bajas temperaturas, en jornadas que abarcan las últimas horas de cada día y se extienden hasta más allá del amanecer del siguiente, porque después del desayuno, estos espacios se convierten en centros de día y comienza otro tipo de actividades, con un ritmo diferente, distintas propuestas y algunas reglas básicas que es necesario respetar para lograr una buena convivencia.

Una de esas reglas es que quien no asiste al refugio durante dos días consecutivos pierde su lugar. Y fue esa norma la que dio nombre a «Perdió Cama», la banda que nació en el taller de música del dispositivo de Av. Grandoli 3450. “No queríamos que nos digan los chicos del refugio. No queríamos que nos encasillen. Estamos acá por un motivo, sí, pero tenemos proyectos y la esperanza de salir adelante, de volver a ser lo que éramos antes, o mejores”, explica uno de los integrantes.

El taller de Expresión Musical del Refugio Grandoli busca abordar problemáticas sociales que atraviesan jóvenes y adultos que transitan a diario por el albergue a través del arte. Se sostiene gracias al trabajo articulado de un equipo interdisciplinario integrado por una psicóloga, un profesor de literatura y uno de música, en conjunto con las trabajadoras sociales y la coordinación de la institución.

“En una primera etapa trabajamos cuestiones grupales y de disciplina. Lo que se ve acá es hermoso comparado con cómo arrancamos un año atrás”, cuenta profe de música, Leandro Muñoz, quien destacó el potencial de los participantes.

El acompañamiento institucional es clave para que el proyecto pueda afianzarse y crecer. Desde la coordinación del refugio no solo apoyan la iniciativa, sino que apuestan a su evolución. Por eso, actualmente el taller se encuentra en una segunda etapa que es de “profesionalización, formalización y continuidad”.

La propuesta está destinada a quienes hoy habitan el refugio, aunque para integrar el taller se realiza una selección previa. “Obviamente no podemos hacer un taller para 60 chicos, no se podría trabajar (con esa cantidad de asistentes)”, señala Muñoz. Son las trabajadoras sociales quienes, en función del perfil y del interés de cada persona, determinan quiénes pueden sumarse, ya que esa dinámica de trabajo más reducida, afirman, “les sirve para trabajar situaciones que de noche, con sesenta personas juntas, son imposibles de abordar”.

Valió el esfuerzo

En la fecha el grupo está integrado por ocho personas que transitan por el espacio: Yamil, Diego, Alejandro, Nicolás, Juan Manuel, Ayrton, Nicolás y Matías.

Aunque el taller funciona dos veces por semana -lunes y martes por la mañana- por estos días la banda ensaya a diario debido a la nutrida agenda de presentaciones que tienen por delante: inauguraciones, cafés literarios, visitas a escuelas y shows en bares reconocidos de la ciudad. Incluso para octubre, Mes del Adulto Mayor, cuentan con compromisos casi diarios. “Cuando terminamos de tocar y sentimos el aplauso, decimos: valió el esfuerzo. Eso nos llena, nos da fuerza para seguir”, reconocen.

El punto de encuentro para los ensayos es la sala del comedor. Alrededor de una mesa redonda, y con mate de por medio, comparten las letras impresas de las canciones que están practicando. Además, tienen confeccionada una agenda con las fechas de presentaciones y tareas asignadas para cada uno, como si se tratara de un grupo con años de trayectoria.

La más cercana es la de este miércoles 27 de agosto, cuando a partir de las 20 toquen en las escalinatas del Museo Castagnino (Av. Pellegrini 2202), en el marco de la Gran Mesa, el evento organizado por Rosario Solidaria, Sol de Noche, el Jockey Club, GER y Duendes, que cuenta con el apoyo de la Municipalidad y convoca a todas las personas en situación de calle a una gran mesa para compartir la cena.

Sesenta hermanos

Cabe destacar que este taller surgió hace un año. Su primer asistente fue uno de los integrantes actuales de «Perdió Cama» que comenzó haciendo freestyle. En el camino se fueron sumando participantes y el repertorio fue cambiando de género. Cantan canciones de cumbia, rock nacional, folclore y tango, y también tocan instrumentos como la guitarra y el cajón peruano y son ellos quienes proponen qué canción trabajar e integrar al listado de la banda.

La convivencia en el refugio -y también dentro del propio grupo- no siempre es sencilla. Compartir tantas horas en un mismo espacio con sesenta personas ha generado roces, pero también aprendizajes. “Es como tener sesenta hermanos", comenta entre risas uno de los chicos. “Hay peleas de confianza, de convivencia, pero lo importante es que somos buenas personas y nos cuidamos”, coinciden. Esa grupalidad, que empezó siendo un desafío, hoy es el sostén del proyecto.

Diego se sumó al taller hace cuatros meses. Se define como “multiinstrumentista” ya que desde los 6 años toca la guitarra y en el camino fue aprendiendo a usar otros instrumentos musicales. “Estar acá te genera motivación y expectativas”, confiesa y agrega que lo pone muy contento ver a los demás chicos estar involucrados en el proyecto porque “es algo que los ayuda a salir adelante”.

Yamil transita el refugio desde el mes de enero, pero hace aproximadamente dos meses es miembro de la banda. “Esto nos tira para adelante, nos ayuda muchísimo en este camino”, afirma, y señala entre risas que escribió un tema propio y que vive cantando, incluso mientras juega a la pelota.

Entre mates y acordes, también se habla de futuro

Dentro del objetivo de la profesionalización a la que apuesta el proyecto está el hecho de conseguir la posibilidad de tramitar permisos para tocar como artistas callejeros en el sector de la peatonal, en el Monumento y en bares. “Tienen que ser artistas, tienen que prestar servicios musicales y por eso deben aprender todos los géneros”, sostiene el profe Muñoz.

Incluso en esta etapa de profesionalización en la que se encuentran, el grupo ya funciona con un manager y ese rol es llevado a cabo por Alejandro. Él es quien se ocupa de hacer el seguimiento de la “hoja de planificación", la cual tiene una metodología y objetivos específicos y se le suman las fechas de las futuras presentaciones, el lugar, qué equipamientos van a necesitar y quiénes los van a acompañar.

«Perdió Cama» es más que una banda, es la prueba de que el arte puede transformar, abrir puertas y ser un estímulo para cada persona, aun las que viven situaciones de extrema vulnerabilidad. Pero todo esto no podría ser posible sin el acompañamiento del Estado. “El Estado presente salva vidas, literalmente”, enfatiza Leandro. Y mientras suenan los primeros acordes de una canción de Ciro y Los Persas, la mesa del comedor se convierte, una vez más, en una sala de ensayo.