24 de noviembre

Desarrollo Humano

Infancias
Distritos

CCB San Cayetano: 20 años acompañando a las infancias del barrio

El Centro de Convivencia Barrial sostiene actividades desde hace dos décadas para estar cerca de los vecinos y vecinas, y aún en tiempos de pandemia no cerró sus puertas.

En el corazón de barrio Godoy, en Julio Vanzo 7926, se encuentra el Centro de Convivencia Barrial San Cayetano. Como todos los CCB en tiempos de pandemia, tuvo que reinventar sus tareas para estar cerca de las familias y sobre todo, de los chicos y chicas que hace años asisten a sus actividades.

Verónica Laura Di Vanni es educadora de segunda infancia y desde el principio de la pandemia junto con sus compañeros y compañeras idearon estrategias para no perder el vínculo con las familias del barrio: "Para acercarnos a los chicos armamos un grupo de WhatsApp pero como también hay familias que no tienen celular y a las que no podíamos contactar, fuimos puerta por puerta para preguntarles cómo estaban, qué necesitaban, si estaban haciendo las tareas de la escuela, si necesitaban algún tipo de ayuda. Y si no podían acceder a la tarea entonces además fuimos a las escuelas. Más la entrega de bolsones".

En el grupo de Whatsapp les acercaban a las familias juegos y cuentos. Algunos niños y niñas ya iban al CCB previamente, pero también recibieron derivaciones del Centro de Salud así que la comunidad creció. "En este momento estamos haciendo actividades físicas en el CCB, por el hecho de que los chicos estuvieron muy encerrados, entonces dividimos en horarios con pequeños grupos reducidos presenciales en el patio al aire libre", señala Verónica. Una vez que finalizan la actividad se llevan cuentos para leer en casa y a la otra semana traen dibujos en base al cuento.

Según Verónica fue difícil organizarse como equipo pero las respuestas de las familias fue muy buena. "Extrañamos mucho la presencia de los chicos, fue una situación compleja", se sincera.

Por otro lado, Georgina Palavecino es la educadora de primera infancia: trabaja con niños y niñas de tres años que asisten al CCB. Al igual que el grupo de segunda infancia, al comienzo se mantuvieron en contacto por Whatsapp. Hace poco tiempo convocaron a las mamás solas para charlar de manera presencial, con todos los cuidados y normas sanitarias. En esa instancia les brindaron una caja lúdica con actividades y juegos para hacer en sus casas. "De esa manera pensamos en que puedan ser ellas el nexo entre los niños y nosotras, las educadoras", cuenta Georgina.

La respuesta de las mamás fue muy buena, ya que ese intercambio permitió construir un espacio para hablar, donde puedan contar sobre sus estados de ánimo y cómo atraviesan la situación. "Ahora pudimos hacer una actividad en la que convocamos a cada niño sólo, se les entregó un muñeco para cada uno, y con todos los cuidados, intentamos retomar las actividades de a poco. En la salita están participando 14 niños, vienen de a uno y hacemos una actividad con la mamá y el niño, con muy buena predisposición para participar", explica.

Pablo Nobili integra el equipo de gestión de la coordinación distrital, y hace hincapié en que el CCB estuvo abierto todo el año y que sostuvo el rol fundamental de las asistencias. "Teníamos armadas todas las propuestas para primera infancia, segunda infancia y preadolescentes, que son los espacios que esta institución sostiene, pero tuvieron que ser repensadas debido a la pandemia. También la cuestión de la salud fue prioritaria y por eso trabajamos sobre lo anímico", cuenta Pablo sobre el trabajo de este año. Además, el CCB  se sumó a los operativos Detectar que se llevaron adelante en el barrio junto con sus dos centros de salud.

madre e hija ccb san cayetano

En primera persona

Soledad es mamá de Lola y además tiene un hijo de 18 años que también participó de las actividades cuando era niño. "A los dos años venía Mirko, y ahí empecé a colaborar también. Después de tanto tiempo volví con Lola. A principio de año vinimos a la reunión de padres, estábamos re emocionadas por empezar con las actividades y bueno, nos agarró la pandemia. Empezamos las actividades por Whatsapp, costó pero Lola entendió por qué hay que cuidarse. Seguimos haciendo todas las actividades juntas, con las témperas, las masas, y cuando terminamos mandamos fotos con los resultados al grupo. En el grupo estamos en contacto con las mamás, además, entre las nenas se mandan audios", cuenta Soledad sobre la experiencia. Incluso, agrega entre risas, hicieron un bizcochuelo juntas. "Siempre participo, cuando nos llaman estamos acá", dice sin dudar.

Sofía tiene nueve años y participa de las actividades de segunda infancia, Soledad su mamá, cuenta que le encanta bailar y hacer actividad física y por eso extrañó mucho el CCB y le costó quedarse en casa. "Ahora que pudo volver a algunas actividades está feliz. Incluso nos mandaron a las mamás un video donde están haciendo gimnasia. La relación con la seño Vero siempre fue muy cercana, nos comunicamos siempre por WhatsApp. Los contienen, les habla, hacen actividades recreativas, además que se divierten", menciona. 

Los CCB, la cara amiga del Estado en el territorio

Andrea Fortunio, coordinadora de Políticas Socioeducativas de la Secretaría de Desarrollo Humano y Hábitat, señala que el Centro de Convivencia Barrial es el espacio territorial en el que Estado local propicia encuentros, educación, capacitación, recreación y, fundamentalmente, promueve acciones de cuidado para la población en situación de vulneración de derechos.

"Es, en síntesis, la cara amiga de la Municipalidad en cada uno de los barrios donde los vecinos más necesitan apoyo y contención; donde –día a día– se llevan a cabo acciones que se integran y amplían para mejorar las condiciones de vida de miles de rosarinas y rosarinos", explica.

Y agrega: "En este sentido, las propuestas socioeducativas y socioalimentarias para las infancias adquieren un rol medular en la vida de los Centros de Convivencia Barrial, constituyéndose en una red de sostén en la que las familias se insertan, conformando apoyos que complementan y fortalecen la tarea de la crianza, el cuidado y la educación".

Según Fortunio, al ser el primer espacio público de vinculación, el Centro de Convivencia Barrial se transforma, para niños, niñas y familias, en un espacio común y estatal, "en un entramado de interacciones que devienen en constantes encuentros con lo otro, con lo diferente, con lo que es de todos". 

Asimismo, los CCB son la cara amiga del Estado en el territorio porque es el lugar donde se propician encuentros, afirma la coordinadora, donde se tejen redes entre las familias, entre esos grupos que tienen distintas lógicas de crianzas y diferentes modos de familias. 

"En ese sentido, el Estado pudo seguir sosteniendo acciones esenciales para acompañar a la familia durante este período. Más allá que las grupalidades fueron reducidas o suspendidas, se siguieron mantuvieron actividades socioeducativas o sociorecreativas para la primera y la segunda infancia y también se profundizó y se sostuvo la asistencia y el acompañamiento alimentario que fue fundamental. Por eso decimos que todas las actividades acompañaron a estas familias y se sumó también la asistencia para realizar trámites administrativos, sobre todo vinculados al IFE, de las cuestiones de las asignaciones Universal por Hijo, para el DNI", señala.

20 años del CCB San Cayetano

El CCB San Cayetano cumplió 20 años en julio y es un espacio de referencia para el barrio. Este centro tiene una fuerte impronta en lo familiar y especialmente en las infancias que son desde donde se articulan, nutren y alimentan las propuestas en el territorio. Trabajando desde una perspectiva de derechos, con una mirada en lo familiar, los CCB acompañaron, acompañan y seguirán acompañando a las familias rosarinas.