27 de noviembre

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Embajadores de Colectividades: los caminos que cruzaron África y Paraguay

La segunda noche de la tradicional fiesta popular culminó con la elección, por primera vez, de los embajadores culturales. Las historias que unieron el océano al frente de un escenario.

El sábado 4 de noviembre inició la 33º edición del Encuentro y Fiesta Nacional de las Colectividades en el Parque Nacional a la Bandera. Este año, la tradicional fiesta popular estuvo marcada por una gran novedad: la elección de embajadores (en lugar de reina) para evitar las distinciones de género.

El primer domingo de Colectividades, finalizó con la selección de la primera pareja de embajadores de la historia del Encuentro: Lucía Magalí Madulla Carnota, de la Casa Paraguaya de Rosario, y Andrew Mbuya de la Asociación Africana de Rosario.

Más de 10.000 kilómetros separan Nairobi, la capital keniata donde nació Andrew, de las tierras paraguayas de donde son oriundos los fundadores de la Casa en la que baila Lucía. Entre ambas, Rosario trazó una diagonal geográfica imposible y generó una intersección antes inexistente. Las historias que unieron, de forma tan improbable, el océano y a estos jóvenes en el escenario principal de Colectividades son tan diversas como las comunidades a las que representan.

Andrew nació en Kenia, en el este de África, y desde allá lo trajo su profesión que es también su pasión: dar clases de baile. Pero no de cualquier baile. Dru (así su nombre para los amigos, los alumnos y otros cuantos) enseña dancehall (“ritmos del Caribe y de Jamaica en específico”) y afrobeat (“ritmos africanos en general, de diferentes países, con diferentes ritmos y diferentes estilos”).

El joven, que suma 23 años, llegó a Rosario hace apenas dos, a finales de octubre de 2015, y unas semanas más tarde ya estaba bailando en el escenario de Colectividades junto a la Asociación Africana de Rosario. 

En la ecuación en la que Rosario funciona como capricho espaciotemporal para unir África y Paraguay, Lucía es más intermediaria de lo que parece. La joven de 18 años nació de este lado de la orilla del Paraná y no tiene ancestros paraguayos (conocidos o directos, al menos), pero hace once años que forma parte activa de la colectividad a partir, también, de su amor por el baile.

“Yo bailaba danzas folklóricas argentinas y me enamoré de las danzas paraguayas, de sus trajes, de sus coreografías. Con los años empecé a amar mucho más su cultura, a conocerla, y aprendí un montón. Mis compañeros siempre abrieron las puertas y hoy me apoyan en todo”, asegura la primera embajadora de Colectividades.

Para Dru también hay cierta extrañeza en su relación con la colectividad de la que es embajador, ya que le toca representar a la cultura africana en general, con toda la heterogeneidad que eso implica. De hecho, el vínculo con la Asociación Africana de Rosario, presidida por Stephen Amoakohene, fue primero por la necesidad de compartir el idioma inglés.

“Lo principal era que me podía comunicar con ellos, porque cuando vine yo no sabía hablar nada de nada de español, absolutamente nada. Y hubo mucha buena onda”, recuerda Dru. Desde ese momento es el coreógrafo oficial de la colectividad en la que confluyen personas de distintos países, sobre todo de África del Oeste, pero ningún otro keniata.

“Es muy difícil para alguien de mi país llegar a Sudamérica en general”, explica el joven. Un solo vistazo sobre el mapamundi explica con elocuencia esa dificultad. Pero Dru, que trabajaba como profesor de danza en Nairobi y cursaba primer año de periodismo en la Universidad de Zetech cuando se decidió a venir a Rosario, contaba con una aliada fundamental: Delia, su “mamá del corazón argentina”, quien lo ayudó a concretar el viaje y a instalarse en la ciudad. De aquel lado del océano, dejó a su madre y sus tres hermanos, que se mostraron “re orgullosos” de la elección de Dru como embajador.

La cuestión del idioma es algo que también tienen en común Paraguay y Kenya, ya que ambos tienen dos lenguas oficiales: el guaraní y el español por un lado, y el inglés y el swahili por el otro. De toda la mezcla, el español terminaría siendo el que unificara los cruces idiomáticos al anunciar por altoparlante ante miles de personas los nombres de los embajadores y sus colectividades.

La danza como motor de la vida es algo que comparten Lucía y Andrew: los dos empezaron de chicos y nunca dejaron de moverse. También la eligen como profesión: Dru, además de Plataforma Lavardén, da clases en una academia de zona norte y en un profesorado en Buenos Aires. Lucía está estudiando la carrera de Profesora de Danzas con orientación en danzas de origen folklórico y popular y no duda en dedicarse profesionalmente a la docencia.

Hace diez años consecutivos que Lucía participa de la Fiesta de Colectividades, pero esta edición sin dudas quedará en el recuerdo de forma especial: “La verdad que fue una alegría y un honor muy grande. Con mi compañero entendemos que estamos formando parte de la historia ya que es la primera vez que Colectividades elige embajadores. Esto es parte de un cambio muy grande y es un orgullo para mí y para toda la colectividad paraguaya”, aseguró emocionada.

Por su parte, Dru comparte el entusiasmo y el compromiso: “Para mí, ser seleccionado como embajador fue un honor y un privilegio. Fue un honor representar a mi cultura. Y ahora ya es un compromiso darla a conocer, para que la gente sepa bien qué es la cultura africana en general. Me encontré con el mejor grupo de embajadores y realmente cada uno merecía estar ahí adelante”, dijo el joven.