29 de marzo

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Cultura

Editorial Municipal de Rosario: memorias espontáneas de 25 años de historia

Con un catálogo de más de doscientos libros y discos, la EMR celebra un cuarto de siglo de producción cultural ininterrumpida repasando algunos de sus momentos más destacados.

Prólogo

Era un invierno muy distinto cuando el 30 de julio de 1992, el Concejo Municipal le dio despacho a una pieza normativa que sería clave para la cultura local: la Ordenanza 5427 formalizaba la creación de la Editorial Municipal de Rosario (EMR). “Tomamos ese día como la fecha inaugural, como nuestro cumpleaños”, dice Oscar Taborda, que hace una década ejerce la dirección del espacio.

Ubicadas en el Complejo Astronómico, en el corazón del Parque Urquiza, las oficinas de la EMR son expresión de una identidad: pocas personas realizando una tarea prolífica, que tiene tanto de artesanal como de exhaustivo. Para celebrar de alguna forma los 25 años de existencia (pero sobre todo, de producción ininterrumpida), no se plantean una gran fiesta sino algo mucho más elocuente, un desafío: el tradicional concurso de poesía fue nacional por primera vez y su convocatoria concentró el histórico número de 1.358 participantes (de entre los cuales ya fueron seleccionados los ganadores). “Eso fue salir de lo que veníamos haciendo, agrandarnos un poco”, afirma Taborda.

La EMR fue creada en el marco de la entonces Subsecretaría de Cultura y hoy depende de Secretaría de Cultura y Educación. “Aunque claramente no lo somos, tenemos un perfil de editorial independiente. En la edición, en el cuidado, en los títulos, no somos una editorial que es sólo funcional al Estado”, caracteriza Taborda. “Con los años pudimos lograr tener una identidad al margen de eso”, aclara el director, destacando que, por ejemplo, se logró que en los libros no esté el protocolo institucional por el cual se debe nombrar a las autoridades.

“Eso hace que ese libro esté a la par de los demás. Estamos orgullosos de ser una editorial del Estado, pero entendemos que no hace falta hacer referencia constante a eso. Quienes están en el ámbito de los libros saben que en ese sentido somos una excepción”, agrega.

Capítulo I: devenir histórico

“Los primeros títulos que se publicaron no fueron a través de concursos. Se atendió a los referentes más destacados de la literatura local, que en ese momento eran Angélica Gorodischer, Jorge Riestra, Ada Donato, Alma Maritano. Se publicaron también unas plaquetas de poesía”, rememora Taborda. Estas últimas, según especulan, podrían ser las publicaciones fundacionales de la EMR, a pesar de que se desconoce el dato a ciencia cierta. “No hay un buen archivo de los primeros años. Nos debemos eso”, admite el director.

La modalidad concurso, una de las características primordiales del funcionamiento la EMR, llegó no mucho después. “Una de las primeras acciones como tales que se tomó fue juntar los diversos concursos literarios que había dando vueltas en la Municipalidad. Muchos tenían fecha incierta o no tenían ningún orden ni periodicidad establecida”, explica el director.

El premio de narrativa Manuel Musto, vigente en la ciudad desde los años 40, fue uno de los primeros en realizarse dentro del marco de la flamante EMR. Ese premio luego se desagregó para dar lugar a otro clásico: el Felipe Aldana, que reconoce específicamente a la poesía. “Después se fue incorporando historieta, fotografía, cuentos infantiles, ilustración, narrativa joven”, enumera Taborda, en referencia a las instancias que actualmente dan como resultado algunas de las múltiples colecciones de la Editorial.

¿Por qué seguir apostando al concurso como forma primaria de seleccionar títulos o autores? “Somos una editorial pública y esto nos permite darle la posibilidad a todos por igual de publicar. Además, tenemos mucho cuidado en que los procesos de elección sean transparentes”, afirma el director, y añade: “Tampoco podríamos atender a todos los que vinieran a dejarnos material para editar, así que el concurso se presenta como una herramienta práctica para eso”.

Aquella Ordenanza de 1992 establecía como primer director al escritor rosarino Héctor Sebastianelli. Posteriormente, por el cargo también pasaron Gary Vila Ortiz, Elvio Gandolfo y Pedro Cantini. “En el comienzo había una persona a cargo con, a lo sumo, un administrativo. Y muchas tareas se tercerizaban”, señala Oscar.

Actualmente, el equipo, bajo la coordinación general de Taborda, se conforma de siete personas que si bien tienen cada una su perfil: “Somos todos polifucionales”, remarca Oscar, elogiando al grupo.

Capítulo II: multiplicando colecciones

En estos veinticinco años no sólo creció el número de personas involucradas, también se multiplicaron las convocatorias, las colecciones y los reconocimientos. Al momento de analizar esta evolución sostenida, Taborda reflexiona: “Creo que el crecimiento se produce por la continuidad. Esto genera una suerte de acumulado que a la vez genera consolidación. Y así se puede seguir avanzando”.

Además de las líneas de publicación que emergen de los diversos concursos, la EMR también apuesta a las coproducciones “con otras áreas de la Municipalidad o con la Universidad”, como modalidad fuerte para generar contenido. “Con el Museo de la Memoria hicimos El Caso Chomicki y ahora estamos preparando otro, Historias del Segundo Cuerpo del Ejército; con el Museo de la Ciudad se hizo un libro de historia urbana, arquitectura y arte, que se llamó Ciudad de Rosario y se agotó. Con Ceroveinticinco, a través de la Escuela de Experimentación de Cine y Fotografía, hacemos la colección Destellos, que ya tiene cuatro títulos publicados”, indica Taborda, mencionando sólo algunos ejemplos. Por el lado de los discos, Mañana, el homenaje a Los Gatos editado junto al sello independiente Soy Mutante, es el ejemplo más claro.

Por otra parte, “se comenzó a trabajar en el rescate y la recopilación de materiales que estaban dispersos y agotados, de lo que se podría llamar el canon de la literatura local”. A estos, “los Mayores”, vienen “todos acompañados por un exhaustivo trabajo de investigación, un dossier fotográfico, tratando de poner en valor ese material disperso o perdido a disposición de nuevos lectores. Esa colección ya tiene ocho o nueve títulos y siempre estamos pensando por dónde seguir”, menciona el director de la editorial. 

Otro formato de publicación son las antologías. “Para esos casos seleccionamos a varios curadores, generalmente tres, para que comiencen a buscar qué material publicar”. Así surgieron algunos de los títulos de la EMR más celebrados de los últimos años como 30/30 (treinta poetas argentinos de hasta treinta años que hayan publicado a partir del 2000), y 53/70 y 1000 millones, poesía en lengua española del siglo XXI.

“Una de las contras de la expansión de las convocatorias es que se nos complica mantener la periodicidad de cada una. Pero de todas formas intentamos mantener a todas activas, de innovar e ir variando dentro de cada convocatoria”, asegura Taborda, y referencia a nuevos formatos como el concurso de Nouvelle o el de narrativa joven.


Capítulo III: los antes y los después

En un cuarto de siglo de producciones, no todo se dio en línea recta. “Hay libros y discos que fueron hitos. Algunos por su complejidad, otros por lo que generaron posteriormente”, sostiene Taborda. Así es que, reflexión mediante, elige algunas publicaciones claves: Los años de La Tribuna 1950-1964 (2011), el libro que recopila las fotografías tomadas por Blas Persia y Joaquín Chiavazza en el desaparecido diario rosarino, y que implicó un trabajo casi arqueológico de investigación y cruzamiento de datos.

La Colección Infantil fue otro gran momento. En la primera participaron cerca de 500 chicos y en la segunda unos 1.200. En 2014 pudimos hacer un mapa georeferencial de dónde venían los chicos que habían participado y cubría toda la ciudad. Fue muy lindo”, recuerda Taborda.

¿Y los discos? “El rancho de Ramón Merlo”, uno de los “Mayores” del sello, es el primero que surge. “Significó recuperar un disco de chamamé de los años 70 y estuvo muy bueno”. El segundo que aparece es la colección clásica de Alexander Panizza interpretando las sonatas para piano de Beethoven, que incluyó doce volúmenes.

El tradicional stand ubicado en peatonal Córdoba (a metros de calle Corrientes), único punto de venta exclusivo para el material de la EMR, también "fue una batalla ganada", ya que inicialmente muchos de los libreros de la zona fueron bastante reacios a su instalación. Recientemente, el mismo fue remodelado y reinaugurado.

Finalmente, contar con un flamante sitio web de la EMR (inaugurado el pasado 28 de abril) podría considerarse otro hito en la historia. “Hay cosas que están fuera de catálogo y no se editan más. Con la implementación de la página, nuestra intención es rescatar todos los títulos y tenerlos disponibles como ebooks o digitalizados de alguna manera. Generar un archivo histórico de esa producción, que hoy por hoy no existe”, proyecta Taborda. El catálogo discográfico ya se puede escuchar casi en su totalidad de forma online.

“Además, tener una plataforma virtual para recibir material para los concursos es superpráctico, tanto para los participantes como para los jurados”, analiza el director.


Epílogo

La historia y la actividad es tanta que parece difícil de sintetizar. Y el panorama parece tender a una expansión cada vez mayor: para los próximos meses ya tienen planeada la publicación de los libros que resulten ganadores del Concurso Nacional de Poesía, una antología de historieta latinoamericana acompañada de una exposición itinerante e internacional de 42 autores y al menos otros tres títulos más.

También están en agenda la participación en diversas ferias y algunos viajes por el mundo. “A veces nos autoexplotamos un poco”, bromea Taborda sobre el final de la charla. “La estrategia es atender primordialmente lo local pero generar una suerte de tentáculos, generar un movimiento de expansión. Porque entendemos que esto también repercute en la producción local. Para no crear un coto cerrado en el que nos leemos y publicamos nosotros mismos”, sintetiza el director. Está claro que para las “memorias improvisadas” de la EMR, no está a la vista el punto final.