18 de abril

Ambiente

Inclusión

Jóvenes de barrio Las Flores reciclan viejas computadoras como salida laboral

El emprendimiento, promovido por el municipio, implicó capacitación en informática y en separación de residuos. Trabajan diariamente en un espacio ubicado en la zona sur de la ciudad.

Donde algunos ven un monitor obsoleto o un teclado en desuso, otros descubren una oportunidad. Con esa filosofía funciona Reciclados Electrónicos, emprendimiento social impulsado por el municipio dedicado al reciclado de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos, que brinda capacitación y una salida laboral a jóvenes de barrio Las Flores. “Este es un espacio de trabajo, una oportunidad de aprender algo”, contó Javier, uno de los cinco protagonistas de este proyecto.

El quinteto conformado por Javier (17 años), Antonio (21), Ezequiel (17), Gustavo (17) y Eduardo (17) se encuentra diariamente para trabajar en el espacio lindero al Centro de Convivencia Barrial Molino Blanco, ubicado en Boquerón 639, en la zona sur de la ciudad. Allí fueron capacitados durante un año en separación de materiales y en reparación de computadoras y encontraron una ocupación que les brinda una posibilidad de inserción social y un ingreso.

“Me había enterado que acá hacían reparación de PC, entonces me metí. Me gusta, estoy contento. Antes estaba todo el día desocupado, ahora por lo menos puedo estar unas horas trabajando”, agregó Javier, quien había hecho un curso de electrónica y no encontraba un espacio para trabajar.

El caso de Antonio, quien lleva más tiempo formando parte del emprendimiento, era similar. Había terminado la escuela y se enteró del proyecto a través de la Secretaría de Promoción Social. “Como estaba estudiando informática, me interesaba porque era lo que me gustaba. Al principio fuimos llevando el proyecto con dos chicos de Las Flores que a mitad de año dejaron. Pero yo me quedé porque me gusta este trabajo”, confió.

Otros dos integrantes del grupo, Ezequiel y Gustavo, están capacitados específicamente en el conocimiento de los diferentes plásticos y son quienes salen a venderlos. “Por ahí te zafa venir, pero a veces podemos estar dos semanas esperando para vender. Aunque cuando se terminan las cosas para vender venimos igual para sostener el espacio. Significa un espacio laboral que le puede servir a muchos. Lo recomendamos”, explicó Gustavo.

La capacitación que reciben los jóvenes es brindada por el ingeniero en electrónica Eduardo Rodríguez, quien es el encargado técnico y uno de los gestores del proyecto. La misma dura un año, se cursa 3 veces por semana, y abarca varios aspectos que incluyen las temáticas de residuos, desarmado e identificación de componentes y de equipos y –como última etapa– reacondicionado, es decir volver a poner en marcha las máquinas e instalarle los sistemas para que puedan ser utilizadas.

“Todos los meses recibimos lo que la Municipalidad junta en los distritos o en las jornadas de recepción de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos de la Secretaría de Ambiente (y Espacio Público). Se hace una primera selección, se identifican equipos que podrían volver a funcionar y todo lo demás se desarma: plásticos, cables, metales, cobre, aluminio”, explicó Rodríguez.

A partir de estas actividades, los jóvenes consiguen su ingreso semanal. El plástico se desarma, clasifica, se lleva a moler y luego se vende a otros emprendimientos, a la par que se reacondicionan las máquinas y luego se comercializan a particulares o a dependencias municipales.

La determinación de los profesores y acompañantes fue que los jóvenes no dependieran de un subsidio del Estado para obtener un ingreso. “Si pedimos un subsidio, que sea para equipos, para cuestiones técnicas, pero no para los ingresos. Los ingresos tenemos que generarlos nosotros. Tenemos que ser capaces de producir para ganar”, explicó Antonio Lugo, quien hace las veces de nexo entre el emprendimiento y la gestión municipal general de reciclado de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos.

Según Lugo, la decisión de valerse por si mismos fue fundamental. Y explicó: "Los chicos sienten hoy un grado de pertenencia independientemente de la ganancia, porque en este espacio han encontrado la parte de contención, acompañamiento y paciencia del profesor”.

Si bien el trabajo es lento y debe fortalecerse en el día a día, “los chicos, con lo poco que ganan, están satisfechos”, ya que se trata de un espacio donde comparten, se cuentan sus historias de vida y “se dan cuenta que están todos en la misma situación”.

Respecto a ello, Antonio comentó: “A veces hay semanas que no podemos hacer ni un peso, pero igual venimos, estamos y tratamos de que a la otra semana podamos tener algo. Entonces, charlamos y organizamos la semana, los pasos del trabajo”.

Luego explicó cómo va cambiando la situación con el paso del tiempo: “Al principio teníamos el material pero no sabíamos dónde venderlo y ahora que tenemos un comprador para cada cosa, todos los días estamos desarmando, limpiando el plástico, separando el cobre y todo lo que se pueda vender”.

Orígenes del emprendimiento

“A partir de una posibilidad que nos dio la Municipalidad se empieza a pensar en un proyecto de reciclado de aparatos electrónicos. En el inicio intervino gente de la Municipalidad, del Inti, del Taller Ecologista, de la ONG Nodo Tau, personas que estaban trabajando hace algunos años en proyectos de reciclados”, comentó Eduardo Rodríguez.

Reciclados Electrónicos, el nombre que los jóvenes eligieron para el emprendimiento, comenzó a gestarse como proyecto en 2009 y fue presentado ante la Municipalidad un año después. Al comienzo, la dificultad para materializarse radicó en encontrar el lugar físico para establecer la planta, pero ello quedó subsanado un tiempo después con el espacio en calle Boquerón.

La importancia del trabajo intersectorial

Este emprendimiento es el resultado de un trabajo conjunto de diferentes áreas municipales y organizaciones no gubernamentales. En los comienzos se trabajó con subsidios de la Secretaría de Economía Social, los materiales reciclables provienen del trabajo de gestión integral de residuos de la Secretaría de Ambiente y Espacio Público, mientras que la capacitación es el resultado de un convenio con el Ministerio de Educación, a través del Centro Educativo de Capacitación Laboral para Adultos (Cecla) N° 19. “Yo soy profesor de ahí. Estoy derivado por el Cecla a dar clases aquí”, sostuvo Rodríguez.

Profesores y acompañantes dedicados

“Nosotros tenemos muy en claro por qué venimos a trabajar acá. Eduardo (Rodríguez) dejó la dirección de un Cecla por venir. Uno tiene compromiso con el trabajo social y del barrio, y además nos encanta trabajar con jóvenes. Nos incentiva que el resto vea el trabajo que ellos hacen y que la gente les pregunte”, confió Lugo.

En concordancia, Rodríguez agregó: “Los chicos están entusiasmados con el tema, pero todavía nos falta tiempo y camino para hacer más cosas. La gente que labura acá es gente del barrio que se capacitó y empezó el año pasado. Entonces, hay todo un proceso que hay que seguir con esos muchachos: de organización, de gestión, de adquisición de habilidades. Para mí es muy importante, le pongo todo lo que puedo al proyecto. No hay otro espacio que haga esto y tenga una veta social. Siento que al menos doy algunas satisfacciones”, terminó diciendo.